miércoles, 10 de mayo de 2017

4. Egipto - Las creencias funerarias

La mas antigua y simple creencia funeraria de los antiguos egipcios suponía que el cuerpo del difunto recuperaba la vida en la tumba.
La tumba era el centro de la vida en el más allá, donde subsistían las mismas necesidades que sobre la tierra y donde, por lo tanto, el cuerpo debía disponer de alimentos. Por ello se decoraban las paredes con escenas de ofrendas y comidas lo más abundantes posible, que mediante fórmulas mágicas inscritas en la misma tumba tomaban forma real.

La creencia osiriana consistía en que el difunto alcanzaba a Osiris, el dios de los muertos, en occidente.
El cuerpo debía estar protegido de la destrucción por medio del embalsamamiento, tenía que franquear obstáculos y sortear peligros para alcanzar el paraíso osírico. Para ello el difunto tenia a su disposición las fórmulas adecuadas reunidas en "el libro de los muertos" que se encuentra en inscripciones en las tumbas del Nuevo Imperio.
Tras haber superado todos los obstáculos, el difunto llegaba hasta Osiris o ante Ra, el gran juez, Allí tenia que realizarse el peso del alma. Si el peso era desfavorable, éste era entregado a la "devoradora" y si era favorable pasaba a los dominios de Osiris, en donde obtenía un trozo de tierra para poder reanudar las mismas actividades del mundo terrenal.
Se inventaron unas pequeñas estatuillas destinadas a reemplazar al difunto en el más allá, estas son los "ushabtis", realizados en madera, piedra o cerámica azul o verde. Cuando el difunto necesitaba de uno de ellos para realizar algún trabajo, utilizaba la fórmula mágica inscrita en el dorso.

Las creencias solares estaban reservadas al principio para los reyes, pero luego fueron extensivas a los cortesanos. 
La idea era que el difunto iba a reunirse con Ra sobre una barca solar, en un periplo alrededor del mundo.


Anubis ( Dios de la momificación) con la momia del faraón

Escena de "el peso del alma"

Ushabtis

Escena de ofrendas

Recorte de el "libro de los muertos"
Las distintas creencias se entrecruzaron y se creó una amalgama de supervivencias en el más allá más bien confuso. En épocas más tardías se produjo un sincretismo entre las mismas.
Durante el día el difunto reposaría en su tumba, mientras su alma podría deambular por donde quisiera. Por la noche, acompañaría al Sol en el mundo subterráneo deteniéndose también en los campos de Osiris.
Esta era pues la concepción global del más allá, surgida de varias creencias distintas en su origen.
Así se comprende la elección del emplazamiento de las necrópolis: en el límite del desierto para estar al abrigo de las crecidas del Nilo, pero en las proximidades de las ciudades y al oeste, pues es allí donde se pone el sol y, a la vez, donde emprende el viaje de la noche. y bajo tierra donde se haya el paraíso de Osiris.


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